... Y ENTONCES.

Escribir. ¿Por qué sangran mis dedos?
¿para qué…?
¿cuántas veces más han de sangrar? 
Perturbadora hemorragia la mía. Luz que eleva un efímero mar de dudas, mente que evoca mis arterias, que me explota en las manos. Pensar en qué escribir bajo el manto de la noche. 
Desnudo. Frágil. Esto no es ficción, es real.
Tan auténtico como los vértices de una figura, límites de lo corpóreo. Pensamiento vano en lo ajeno. Tan sencillo y perseverante en el tiempo. Corrosivo. Decides olvidarte de todo, incluso al abrazo de una idea y entonces, extraña seducción emana de las palabras que conociste un día. Afinas, y te conviertes en un creador de dudas. Caminas por las letras en busca de una emoción que transmitir. Buceas en aguas pantanosas queriendo salvar la vida y entonces, te preguntas qué vida.
Das un giro... maduras la idea inicial... y entonces, comienzas a vivir, a sentir, a entender realmente lo que significan tales verbos de un lenguaje adulterado.
Y entonces, compones tu historia.